No hay mucha diferencia desde el punto de vista fisiológico (las dos actúan como cocaína absorbida por los pulmones).
Pero en cuanto a su preparación, ocupan lugares opuestos en el proceso: mientras que la PBC es un producto inicial en la producción de cocaína, el “crack” (‘piedra’, ‘roca’ en otros países) es cocaína transformada nuevamente en sustancia fumable al agregarle bicarbonato de sodio y agua; mientras la PBC se fuma mezclada con tabaco, el crackse fuma en pipetas. Los dos se mezclan frecuentemente con marihuana.
Sí. Alrededor del 80% de los usuarios consumen sólo los fines de semana; los adictos consumen entre tres veces por semana y todos los días.
Todos los consumidores fuman varios cigarrillos cada vez (entre 5 y 200). Dado el carácter extremadamente adictivo de la cocaína y las peculiaridades químicas del basuco (su forma gaseosa, que produce una absorción rápida pero cuyos efectos desaparecen igualmente rápido), un usuario de fin de semana puede pasar muy fácilmente a ser una persona dependiente.
Se calcula que el tiempo promedio para que una persona que aspira cocaína se convierta en adicta es de cerca de 2 años; el tiempo para los consumidores de basuco/crack es de 3-4 meses.
Ciertamente; como se dijo antes suele mezclarse con marihuana (a lo cual se le dan diferentes nombres en cada país), con metacualona o con rivotril. Prácticamente la totalidad de los consumidores ingieren simultáneamente alcohol.
Este patrón de poliadicción se relaciona con la necesidad de contrarrestar la angustia, el insomnio y las alteraciones físicas, o bien con la necesidad de moderar síntomás de tensión, irritabilidad e hiperactividad.
De todas las sustancias psicoactivas disponibles en los mercados latinoamericanos y conocidas popularmente como “drogas”, esta es la más peligrosa junto con los inhalables.
Su empleo afecta todas las esferas sociales y dimensiones de la vida personal, familiar y emocional; produce graves trastornos orgánicos que conllevan a un elevado riesgo de enfermedades; altera el funcionamiento psíquico y predispone a la violencia y la criminalidad; destruye los vínculos familiares y sociales y produce una pérdida general de interés por todo lo que no tenga que ver con el mismo;.
También afecta la economía familiar y nacional, aumenta la corrupción y la adopción de patrones de comportamiento que afectan a la nación, como considerar la venta y distribución de esta sustancia una forma legítima de subsistencia.
Uno de los aspectos notables del uso de esta sustancia, que también se da en el alcohol, es que afecta a todas las clases sociales, a muy diversos grupos de edad -desde adolescentes hasta ancianos, aun cuando su uso predominante se encuentra entre los 18 y los 30 años- tanto de áreas urbanas como rurales.
Es muy fácil, pues la necesidad de seguir consumiendo se presenta muy rápidamente en el usuario, quien además se percatará de que cada vez tiene tendencia a consumir más.
Por otra parte, la suspensión brusca del consumo en un adicto produce lo que se conoce como “síndrome de abstinencia”, que se caracteriza por ansiedad extrema, depresión, desaliento, diarrea, palidez, crisis de llanto, sudoración y taquicardia.
La persona que se vuelve adicta cambia sustancialmente de comportamiento: sus estados de ánimo varían bruscamente sin causa aparente, presenta dificultades económicas que lo llevan a endeudarse o a cometer delitos económicos (robos, estafas, atracos), se desinteresa progresivamente por todo lo que lo rodea, miente constantemente, niega tener problemas.
Físicamente su deterioro es evidente; pérdida de peso, problemas en la piel, poca resistencia a las enfermedades, tos crónica, crisis de asma, complicaciones intestinales, problemas hepáticos y renales.
Al comienzo puede ser realmente muy difícil para los padres, familiares o maestros, darse cuenta de lo que ocurre. Por ello, la mejor prevención es que los adultos responsables sepan constantemente qué hacen sus hijos y con quién.
Un aspecto importante es no perder la calma; se le debe decir a la persona que se tiene tal certeza, con el fin de evitar más mentiras, y se debe proceder a convencerla de que acepte que tiene un problema, que no podrá resolver sola.
El involucrar a la familia es de vital importancia. Según el estado de la persona, puede requerirse hospitalización para desintoxicarla y mejorar su estado físico.
Sin la colaboración de la familia el tratamiento tiene grandes posibilidades de fracasar.
Existen numerosas instituciones estatales y privadas que ofrecen ayuda, desde clínicas hasta comunidades terapéuticas.
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